¿QUÉ ES?
La diabetes es una enfermedad crónica que aparece debido a que el páncreas no fabrica la
cantidad de insulina que el cuerpo humano necesita, o bien la fábrica de una calidad inferior. La
insulina, una hormona producida por el páncreas, es la principal sustancia responsable del
mantenimiento de los valores adecuados de azúcar en sangre. Permite que la glucosa sea
transportada al interior de las células, de modo que éstas produzcan energía o almacenen la
glucosa hasta que su utilización sea necesaria. Cuando falla, origina un aumento excesivo del
azúcar que contiene la sangre (hiperglucemia). De hecho, el nombre científico de la enfermedad es
diabetes mellitus, que significa "miel".
CAUSAS
La diabetes afecta al 6% de la población. Las posibilidades de contraerla aumentan a medida que
una persona se hace mayor, de modo que por encima de los setenta años la padece alrededor del
15% de las personas. Es esencial educar a los pacientes para que controlen su diabetes de forma
adecuada, ya que puede acarrear otras enfermedades tanto o más importantes que la propia
diabetes: enfermedades cardiovasculares, neurológicas, retinopatía (afección ocular que puede
conducir a la ceguera) o nefropatía (enfermedad del riñón). El momento de aparición de la
enfermedad, así como las causas y síntomas que presentan los pacientes, dependen del tipo de
diabetes de que se trate.
Diabetes tipo 1. Las edades más frecuentes en las que aparece son la infancia, la adolescencia y
los primeros años de la vida adulta. Acostumbra a presentarse de forma brusca, y muchas veces
independientemente de que existan antecedentes familiares. Se debe a la destrucción progresiva
de las células del páncreas, que son las que producen insulina. Ésta tiene que administrarse
artificialmente desde el principio de la enfermedad. Sus síntomas particulares son el aumento de
la necesidad de beber y de la cantidad de orina, la sensación de cansancio y la pérdida de peso.
Diabetes tipo 2. Se presenta generalmente en edades más avanzadas y es unas diez veces mas
frecuente que la anterior. Por regla general, se da la circunstancia de que también la sufren o la
han sufrido otras personas de la familia. Se origina debido a una producción de insulina escasa,
junto con el aprovechamiento insuficiente de dicha sustancia por parte de la célula. Según qué
defecto de los dos predomine, al paciente se le habrá de tratar con pastillas antidiabéticas o con
insulina (o con una combinación de ambas). No acostumbra a presentar ningún tipo de molestia ni
síntoma específico, por lo que puede pasar desapercibida para la persona afectada durante mucho
tiempo.
Diabetes gestacional. Se considera una diabetes ocasional. Se puede controlar igual que los otros
tipos de diabetes. Durante el embarazo la insulina aumenta para incrementar las reservas de
energía. A veces, este aumento no se produce y puede originar una diabetes por embarazo.
Tampoco tiene síntomas y la detección se realiza casi siempre tras el análisis rutinario a que se
someten todas las embarazadas a partir de las 24 semanas de gestación.
SÍNTOMAS DE DIABETES
Entre los principales síntomas de la diabetes se incluyen:
Frecuencia en orinar (fenómeno de la "cama mojada" en los niños).
Hambre inusual.
Sed excesiva.
Debilidad y cansancio.
Pérdida de peso.
Irritabilidad y cambios de ánimo.
Sensación de malestar en el estómago y vómitos.
Infecciones frecuentes.
Vista nublada.
Cortaduras y rasguños que no se curan, o que se curan muy lentamente.
Picazón o entumecimiento en las manos o los pies.
Infecciones recurrentes en la piel, la encía o la vejiga.
Además se encuentran elevados niveles de azúcar en la sangre y en la orina.
PREVENCIÓN
Para la diabetes tipo 1 no existe ningún método eficaz por el momento. En cambio, está
comprobado que la de tipo 2, que es la que aparece con más frecuencia, al estar relacionada con
la obesidad se puede tratar de evitar en gran medida adoptando unos hábitos de vida saludables:
Evitando el sobrepeso y la obesidad.
Realizando ejercicio físico de forma regular. - Abandonando el tabaco y las bebidas
alcohólicas.Siguiendo una dieta alimentaria sana. Para prevenir las hipoglucemias, los diabéticos
deben tener en cuenta lo siguiente:
Ajustar las dosis de los medicamentos a sus necesidades reales.
Mantener un horario de comidas regular en la medida de lo posible;
Tomar cantidades moderadas de hidratos de carbono antes de realizar ejercicios extraordinarios;
Llevar siempre azúcar consigo. En cuanto aparezcan los primeros signos de hipoglucemia, hay que
tomar azúcar (2 o 3 terrones), galletas (de 3 a 5 unidades) o beber un vaso (150 ml) de alguna
bebida que contenga hidratos de carbono de absorción rápida (zumos de frutas, cola, etc.). Los
síntomas suelen pasar en 5 o 10 minutos. Si la hipoglucemia es grave o la persona pierde la
conciencia, es necesario inyectarle una ampolla de glucagón por vía subcutánea (igual que la
insulina) o intramuscular (en la nalga). El glucagón moviliza las reservas de glucosa del organismo y
hace efecto en unos 10 minutos. Si no hay recuperación, el afectado debe recibir asistencia médica
inmediata.
TIPOS DE DIABETES
Diabetes Mellitus tipo 1 mediada por procesos autoinmunes:
Está causada por la destrucción autoinmune de las células del páncreas.
Representa la mayoría de los casos de diabetes mellitus tipo 1.
Lo normal es que aparezca en niños o adultos jóvenes, pero también puede darse en otras edades.
Suele comenzar de forma brusca.
Los factores de riesgo no están bien definidos, pero se sabe que están implicados en su aparición
factores genéticos, autoinmunes y ambientales.
Habitualmente el peso es normal o por debajo de lo normal, aunque la presencia de obesidad no
es incompatible con el diagnóstico.
Los pacientes son propensos a sufrir otras alteraciones del sistema inmunitario.
Diabetes Mellitus tipo 1 idiopática:
Se desconoce la causa que la provoca. Sólo pertenece a esta categoría una minoría de pacientes
con diabetes tipo 1, la mayoría de origen africano y asiático.
Existe un importante factor hereditario y no se dan alteraciones del sistema inmunitario.
En los pacientes, la necesidad de insulina puede aparecer y desaparecer.
Diabetes Mellitus tipo 2:
Aunque puede aparecer a cualquier edad, es habitual que comience en la edad adulta, después de
los 40 años.
Se caracteriza por la resistencia a la insulina y usualmente se asocia a un déficit relativo de
producción de esta sustancia por el páncreas.
La obesidad está presente en el 80 por ciento de los pacientes.
El riesgo de desarrollar esta forma de diabetes aumenta con la edad, el peso y la falta de actividad
física. Es más frecuente en mujeres con antecedentes de diabetes gestacional y en individuos
con hipertensión o trastornos en el metabolismo de la grasas.
Representa el 90-95 por ciento del total de casos de diabetes mellitus.
Los pacientes no precisan insulina, aunque pueden requerirla para conseguir controlar el nivel de
glucosa.
Está frecuentemente asociada con una fuerte predisposición genética, aunque este factor es
complejo y no está claramente definido.
Diabetes gestacional:
Comienza o se diagnostica por vez primera durante el embarazo.
Aparece en entre un 2 y un 5 por ciento de los procesos de gestación.
Habitualmente, la paciente recobra el estado de normalidad tras el parto.
Las mujeres con diabetes gestacional tienen, a corto, medio o largo plazo, mayor riesgo de
desarrollar diabetes tipo 2.
Los factores de riesgo para la diabetes gestacional son la obesidad y los antecedentes familiares.
DIAGNÓSTICOS
Se establece el diagnóstico de diabetes cuando una persona tiene valores anormalmente elevados
de azúcar en la sangre. A menudo se controlan los valores de azúcar en la sangre durante un
examen anual de rutina o durante una exploración clínica que se realiza antes de la incorporación
a un nuevo empleo o de la práctica de un deporte. También pueden realizarse análisis para
determinar la posible causa de síntomas como aumento de la sed, la micción o el hambre, o si
existen factores de riesgo característicos como antecedentes familiares de
diabetes, obesidad, infecciones frecuentes o cualquier otra complicación asociada con la diabetes.
Para medir la concentración de azúcar en la sangre se obtiene una muestra de sangre del paciente,
quien deberá estar en ayunas por lo menos 8 horas antes de la prueba, pudiéndose también
obtener después de comer. Es normal cierto grado de elevación de los valores de azúcar en la
sangre después de comer, pero incluso entonces los valores no deberían ser muy elevados. En las
personas mayores de 65 años es mejor realizar la prueba en ayunas, dado que los ancianos tienen
un mayor incremento de las concentraciones de azúcar en la sangre después de comer.
Hay otra clase de análisis de sangre, llamado prueba de tolerancia oral a la glucosa, que se realiza
en ciertos casos, como cuando se sospecha que una mujer embarazada tiene diabetes gestacional.
En esta prueba se obtiene una muestra de sangre en ayunas para medir el valor de azúcar y se
suministra a la paciente una solución especial para beber, la cual contiene una cantidad estándar
de glucosa. Durante las 2 o 3 horas siguientes se obtienen varias muestras de sangre.
TRATAMIENTOS
El tratamiento de la diabetes mellitus se basa en tres pilares: dieta, ejercicio físico y medicación.
Tiene como objetivo mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de la normalidad para
minimizar el riesgo de complicaciones asociadas a la enfermedad. En muchos pacientes con
diabetes tipo II no sería necesaria la medicación si se controlase el exceso de peso y se llevase a
cabo un programa de ejercicio físico regularmente. Sin embargo, es necesaria con frecuencia una
terapia sustitutiva con insulina o la toma de fármacos hipoglucemiantes por vía oral.
Fármacos hipoglucemiantes orales. Se prescriben a personas con diabetes tipo II que no
consiguen descender la concentración de azúcar en sangre a través de la dieta y la actividad física,
pero no son eficaces en personas con diabetes tipo I.
Tratamiento con insulina. En pacientes con diabetes tipo I es necesario la administración exógena
de insulina ya que el páncreas es incapaz de producir esta hormona. También es requerida en
diabetes tipo II si la dieta, el ejercicio y la medicación oral no consiguen controlar los niveles de
glucosa en sangre. La insulina se administra a través de inyecciones en la grasa existente debajo de
la piel del brazo, ya que si se tomase por vía oral sería destruida en aparato digestivo antes de
pasar al flujo sanguíneo. Las necesidades de insulina varían en función de los alimentos que se
ingieren y de la actividad física que se realiza. Las personas que siguen una dieta estable y una
actividad física regular varían poco sus dosis de insulina. Sin embargo, cualquier cambio en la dieta
habitual o la realización de algún deporte exigen modificaciones de las pautas de insulina. La
insulina puede inyectarse a través de distintos dispositivos:
Jeringuillas tradicionales, de un solo uso, graduadas en unidades internacionales (de 0 a 40).
Plumas para inyección de insulina. Son aparatos con forma de pluma que tienen en su interior un
cartucho que contiene la insulina. El cartucho se cambia cuando la insulina se acaba, pero la pluma
se sigue utilizando.
Jeringas precargadas. Son dispositivos similares a las plumas, pero previamente cargados de
insulina. Una vez que se acaba la insulina se tira toda la jeringa. El nivel de glucosa en sangre
depende de la zona del cuerpo en que se inyecta la insulina. Es aconsejable que se introduzca a
través del abdomen, los brazos o muslos. Penetra más rápidamente si se inyecta en el abdomen.
Se recomienda inyectar siempre en la misma zona, aunque desplazando unos dos centímetros el
punto de inyección de una vez a otra. Hay que evitar las inyecciones en los pliegues de la piel, la
línea media del abdomen y el área de la ingle y el ombligo.
Esencialmente, la diabetes modifica el modo en que su organismo utiliza los alimentos.
La insulina es la clave del problema, puesto que la función de la insulina en el organismo es ayudar a que la glucosa penetre en las células donde se utiliza para producir energía.
La diabetes se caracteriza por una falta total o parcial de producción de insulina. Las formas más comunes son la diabetes del tipo 1 y la diabetes del tipo 2. En ambos casos, las personas tienen escasa o nula capacidad de movilizar el azúcar fuera del torrente sanguíneo y hacia las células, donde se utiliza como combustible esencial del organismo.